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Desde el mar

En la película “El club de los poetas muertos” hay un momento en el que el profesor Keating (Robin Williams) en plena clase se sube a una mesa e invita a sus alumnos a que hagan lo mismo,  “el mundo se ve distinto desde aquí arriba –les dice-, si no me creen vengan a comprobarlo. Cuando ustedes crean que saben algo deben mirarlo de un modo distinto, aunque pueda parecer tonto o equivocado”.

Hace unos días, en Menorca, sentado en la playa y mirando los barcos que estaban fondeados frente a mí, asomó en mi memoria la citada escena y estuve pensando durante un rato sobre la tendencia que tenemos a ver las cosas fijando los pies en el suelo, observando la realidad desde la perspectiva que ofrece la seguridad que se tiene al estar en tierra firme.  ¿Pero cómo se verá todo desde el equilibrio inestable del mar? –me pregunté-

Quizás una de las principales habilidades que puede tener una persona a la hora de analizar y afrontar un problema es poder permitirse subirse a su propio barco, soltar amarras, distanciarse un poco de lo conocido, de lo de siempre y mecido por la incertidumbre del oleaje analizarlo todo desde otra perspectiva, la que permite ver los acantilados, las grutas excavadas entre las rocas, la que te pone frente a los demás.

Desde el rol de formador y coach resulta todo un reto ayudar a otras personas a reflexionar y pensar desde posiciones distintas a las de costumbre. A veces la mera invitación a sentarse en un lugar distinto al habitual o a cambiar algún elemento de la habitación, supone lanzar un cable para poder ver las cosas…. desde el mar.

Arturo Palacios Araus
Cocah personal y de equipos de trabajo. Formador en Relaciones Humanas de profesionales que trabajan en el ámbito público y privado.

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Un viaje de emociones

Trabajo en una ONG y cuando viajo a América Latina mi cabeza en un cóctel de emociones. Primero por lo que dejas en España. Después porque tu trabajo consiste no tanto en desarrollar la actividad bajo planteamientos técnicos sino entender, comprender e interpretar la marea de sentimientos que fluyen a tu alrededor.

Desde el chantaje emocional al que te somete la historia común de nuestros pueblos y la velada acusación permanente de neocolonialismo, hasta la dureza, dignidad e incluso atracción cercana al “voyeurismo” que a veces produce la pobreza. Pero sobre todo, la impotencia que en muchas ocasiones genera la imposibilidad de mantener relaciones de igual a igual y descubrir que el respeto profesional sólo proviene de una confundida visión de tu persona u organización como potencial donante o “conseguidor” de fondos.

Ante esto, es habitual tomar la posición del “último guerrero”, solo ante la ingente tarea de intentar solucionar en 20 días problemas estructurales, con el consiguiente agotamiento y frustración.

De todas formas, mi experiencia me dice que sobre todo, y probablemente es el mayor choque emocional, recibes de golpe algo olvidado en la sedada Europa (incluso en el mediterráneo), el calor humano. Amor, empatía, cariño…  Por eso, mis continuos viajes han sido posiblemente los mejores momentos profesionales y personales de mi vida. Hasta el punto que sentí ya hace tiempo la necesidad de que mi familia más directa, mi mujer y nuestro hijo, compartieran conmigo todas estas emociones y hayamos tenido la suerte de poder hacerlo.

Pablo Barrenechea
Director captación recursos ECODES

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